-¿Y usted se siente dominado por su madre?
-¡Para nada!
-Oiga, le estoy preguntando a él.
-¡Menuda pijada! Tú chute, Jose Ramón.
-Pero, señora, vamos a ver…
-Eso, eso, atiéndalu. Atiéndalu a él, que tá tristón, el probe.
-Si usted me deja…
-Que le cuente lo de la otra. ¡Cuentailo, Ramonín, que por eso tás así!
-¿La otra?
-Sí, ho. La muyer. Bueno, la ex. Dejolu porque ye una elementa…
-¿Hace mucho de la separación?
-Tres meses o así, ¿eh, Ramonín?
-Señora, deje que responda él.
-No tién confianza, bobu. El mi fíu hasta que no coja confianza…
-Pero, oiga…
-Ya era igual en la escuela, eh. Aplicau, formalín… Bueno, y si lu ve usté facer manualidades con palillos….
-Señora, haga el favor.
-Él ye muy finu, pero no tién padrinos. Y aquí ye too política y enchufismo.
-Oiga…
-Ye lo que ves, no tién doblez, un benditu ye.
-Señora…
-Nunca dio ni gota guerra. Nunca.
-No sea usted tan absorbente, mujer, por favor.
-¿Quién? ¿Yo?
-Deje que hable el señor, él es mi cliente.
-Será el tu cliente pero ye el mi fíu.
-Señora, su hijo tiene cincuenta y cinco años, y está deprimido.
-¡No metas el deu en la boca, Jose Ramón, y ponte rectu que si andas encogidu va salite chepa!
-¡Señora, haga el favor!
-¿Eh?
-Usted debe aceptar el crecimiento de su hijo.
-¿Que qué, ho?
-Él necesita tener el control de su vida.
-Ni bebe, ni fuma, ni sal por la noche. ¡Oro puro, el mi Jose!
-Señora…
-Y detallista como él solu.
-No me diga.
-Regalome ayer un collarín, tipo gargantilla, bañau en oro…
-¿Por qué no se calla?
-¡Jose Ramón, aparta el pelo de la cara!
-Déjelo en paz, haga el favor, déjelo crecer emocionalmente.
-Ya nun crez más, el probe. En eso salió al padre.
-Señora, yo así no puedo. Se lo juro.
-¿Quién te quier a ti, Ramonín? ¿Quién te quier, eh?
-¡¡¡Señora!!! ¿Pero usted por qué no se calla?
-Porque soy la madre. Y punto.