-Hola, buenas.
-Hola.
-Soy el vecino del tercero.
-Ya.
-Acabo de quedar de vacaciones.
-¿Y?
-Bueno, como voy a tener mucho tiempo…
-¿Qué?
-Quería aprovechar pa revitalizar nuestra relación.
-¿Qué ho?
-Mimarla un poco, ya sabe, hacerla crecer.
-¿El qué?
-Reconectar, en una palabra. Porque con el trabajo y el estrés…
-¿Eh?
-Me fui apartando de los míos.
-¿De quién?
-Mi familia, los vecinos… Ya sabe.
-¿Qué ye lo que quier ho?
-Dotar de sustancia lo nuestro, ¿comprende?
-No.
-Tranquilo, hasta mediados de septiembre tenemos tiempo.
-¿De qué ho?
-De momento, vaya repensando el estucao.
-¿El qué?
-Tendremos que pintar la baranda, ¿no?
-¿La qué ho?
-Tal como está la botonera del ascensor…
-Pero…
-Tranquilo, ya pedí presupuesto yo.
-Oiga…
-O refactamos la medianera o las losetas acaban cayendo…
-¿Las qué?
-Yo puedo conseguir un andamio tubular.
-Ah.
-Así, de paso, sellamos el ventanal y se prorratea el cielorraso.
-Ah.
-Si revestimos la cubierta habrá que hacer una reunión, ¿no?
-Qué sé yo.
-La moldura hay que limpiarla a vapor, está claro.
-Ah.
-Aunque con una membrana geotextil igual nos arreglamos.
-Ya.
-Usted recoja el calcetín y…
-¿Qué calcetín?
-El que le cayó al patio. Y, por favor, baje el volumen de la radio.
-Ah. Pero…
-Ya subo yo luego, si eso, y seguimos hablando.
-Oiga, no me…
-Tranquilo, tengo tiempo.