El asturiano es un hater para el asturiano.
-Dimito, cuco.
-¿Perdón?
-Con los asturianos ye imposible, ¿oíste? ¡Tiro la toalla!
-Pero…
-¿Usté sabe lo que ye salir a repartir amor y nun ganar pa hosties?
-No entiendo.
-Ni yo, fíu. Pero éstos no aman a nadie. Ni a sí mismos. Por no amar, no aman ni a la “coofidialidá amable”.
-¿Se encuentra usted bien?
-¡Que va! ¡Traigo un quemazu!
-¿Por?
-¿Sabe lo que ye buscar la paz nel mundo y no topala ni nel área metropolitana?
-Lo siento, pero no entiendo nada.
-Digo voi aprovechar que casi coincide Antroxu y San Valentín pa dar lo mejor de mí…
-¡Ajá! ¿Y?
-Menos mal que, como soi Cupido, llevo pañales.
-¿Por?
-¡Coime, porque nun fago más que cagala!
-Vaya. ¿Y de cuántas birras estaríamos hablando?
-No se confunda. Yo nunca bebo tando de serviciu.
-Ah. Ya…
-Aunque, la verdá, siento que me falló la puntería.
-¿Y eso?
-Debí dar con toles fleches al pote.
-¿Por?
-Pamique los asturianos lo único que realmente aman ye comer.
-¿Usted cree?
-Esto paez el paraíso del mosqueo: fricciones a derecha e izquierda, de proa a popa, a babor y estribor…
-Cálmese, por favor.
-A ver quién ye más puru, quién la suelta más gorda… Y con el progreso, ¡vamos a peor!
-¿A qué se refiere?
-El asturianu ye un hater pal asturianu.
-¿En serio?
-Sí, ho. ¡Ta estudiao! Tocamos a veinticinco odiadores per cápita.
-¿En serio, Conrado?
-Cupido, llámeme Cupido. Que aunque toi dimitiendo sigo en lo mío.
-Diga, diga.
-Na. Que fagas lo que fagas, pienses como pienses, hables como hables, vas tener una media de veinticinco “vecinos” tocándote los cojo…
-¡Jajaja! Francamente, creo que exagera. A mí todos me aman, y eso que vengo de afuera.
-¡Claro, manín! Siempre ye mejor lo de fuera que lo d’aquí.
-Bueno, venga, Conrado…
-¡Cupido, cagonmimacho!
-Relájese, hombre, y quite el disfraz…
-¡Puf, qué duro ye lo de repartir amor!
-No se preocupe. Seguro que en San Valentín triunfa.
-¡Ya no me queden fleches!
-Bueno, hombre, pues vaya a por más.
-De eso nada. Ni hablar. Yo… ¡Dimito! Ya está.