La colocación de “asientos del amor” en un centenar de autobuses urbanos de Copenhague para favorecer el flirteo entre los pasajeros, está causando sensación en El Principado.
-¡Qué curvas y yo sin frenos!
-¿Cómo diz ho?
-¿No tá usté cansá?
-¿Yo?, ¿de qué?
-De dar tantes vueltes en mi cabeza.
-Ay madre…
-¿Puedo?
-Sí, ho. ¿Quier que me corra un poco?
-Esto… ¿Y si hablamos primero?
-¿Eh?
-Saque un tema, haga el favor.
-¿Villa Magdalena?
-¡Cagonrros, no me corte el vacilón!
-¡Ay madre, qué sé yo…!
-¿Qué opina de la TUA y el erotismo?
-¡Alabado, alabado…! Déjame usté pará.
-No lo pueo remediar, en cuanto güelo carne fresca…
-Ye que compré algo de chamón en El Fontán.
-¿Y esos labios tan jugosos?
-Barrina de cacao, fíu, ¿quier probar?
-No me lo diga dos veces, ¡que voy p’allá!
-Nun se faiga de rogar. Pa eso son estos asientos, ¡pa intimar!
-¿Y el bote sifónico qué tal?
-¿Cómo diz ho?
-Llámome Juanjo, lo mío ye desatrancar.
-Pues yo soy de cisterna baja, fíu, ¿pa qué le voy a engañar?
-Tien una mirada tan sexy…
-Operéme en los Vega, dígote la verdá.
-¡Quién fuera bizcu pa vela dos veces!
-¡Ay, siéntese ho!
-Apéome en Independencia.
-¿Ya empezamos? Yo soy más de pareja estable.
-¿Cómo ye ho?
-Que nun soy un rollín de tres paraes, ¿oíste?
-Así nun vamos a ningún lau.
-Nun dirás tú. ¡Yo apéome en La Monxina!
-La relación, quiero decir.
-¿La qué ho?
-Esto sólo tien un camín: el del placer.
-¿Ónde crees que vas, mostachín?, ¿a montar una grifería?
-Quien no ama no vive.
-¿Probaste en la linea dos, la que va a Lugones?
-¿Quier que la invite a salir?
-Déjalo, anda. ¡Apéaste aquí!
-¿Vémonos mañana?
-¿En tu parada o en la mía?
-Siéntate atrás del to, cuca, yo pongo la grifería.