Llega al mercado un sujetador convertible en mascarilla contra sustancias tóxicas
-Una copa, porfi.
-¿Eh?
-Del sostén.
-¿Qué ye ho?
-Que m’afuego, Mariflor.
-Haz el favor.
-¡Tan quemando neumáticos!
-No empieces ya.
-Ye una emergencia.
-Siempre tas igual.
-Ta el ambiente cargaón.
-¡Ay Fidencio, tú lo que quies ye fozar!
-Que no, que aquí respírase fatal.
-¿Será el aire de Lugones?
-Van a acabar con nosotros, Mari.
-¡Para ho! ¡que me lu estirajes tou!
-Nun te quejes, el sujetador ye miu.
-¿Tuyu?
-Bueno, paguelu yo.
-Ah, vale. Pues mañana lleveslu al chigre.
-Nun me sobraba, ¿oiste?
-¿Por?
-¡Hay contaminación por to los laos!
-¡Ay Fiden, tás obsesionau!
-Que no, Mari, dígotelo en serio.
-Duerme ho.
-Hasta el periódicu güel a chamusquina.
-¡Que m’aplastes, cabezón!
-Faltame el aire…
-Levanta el pescuezu ho.
-Nun pueo, Mari.
-Tengo la teta constreñida, perdona que te diga.
-¿Y cómo crees que tamos los demás?
-Pues aguanta con la nariz tapá.
-¿Eh?
-Sí, como si fueras a votar.
-Ay, Mari, que nun me llega el oxígeno.
-¿En serio, Fidencio?
-Toy sufriendo como un casquista.
-Ay Dios, ¿a quién maté yo?
-Si nun fuera por estos adelantos…
-¿Ye disnea, cuquín?
-Ye la puta su madre.
-¡Fidencio, haz el favor!
-Perdona, Mari. Pero… ¡Hay tanto tóxico!
-¡Ay Fiden a ver cuando inventen los calzoncillos antidepresión!
-Tan dejándonos con el culo al aire, Mariflor.
-Duerme Fiden. Haz el favor.