-¿Qué tal de puente, Quique?
-¡Enamoreme, Pelayo!
-¿En serio? Cuenta, cuenta…
-Na, taba comiendo unos pimientos rellenos en Blimea…
-Ajá..
-… Y digo: coño, ¡si son les jornaes de la matanza en Felechosa!
-Ah.
-Y fui p’allá a merendar: pote, compangu, picadillo caseru…
-Joer.
-Y a eso de les nueve, acordeme: ¡meca, si son los callos en Noreña!
-Ah, ye verdá.
-Y garré el coche y tiré pa la Villa Condal.
-¿Y qué tal?
-¡Espectacular! Pero al día siguiente fui pa Cangas.
-¿Cangas?
-¡Sí ho! Jornaes de la caza: cachopín de jabalí, corzu y la puta su madre…
-Meca, yes un crack.
-Ayer levánteme con famuca y digo: ¡les jornaes del gochu en Bimenes!
-Ah, sí, sí, ¡ye verdá!
-Y garré el coche y tiré p’allá. ¿Tú sabes qué rico?
-Para, para. ¿Y ella?
-¿Quién?
-Coño, la moza… la muyer.
-¿Qué muyer?
-¿No dices que te enamoraste, ho?
-Como dijo Bernd Schuster: «No hay amor más sincero que el amor a la comida».
-Eso díjolo Shaw.
-¿Quién, ho?
-Bernard Shaw.
-Ye igual, ¡tien razón! ¡Les muyeres no dan más que guerra, Pelayo!
-Coño, Quique…
-Yo ahora ando a rollos, ¡pero de bonito!
-Ah. ¿Y si alguna te pide una cita?
-¡Tien que ser gastronómica! Así de claro.
-Pero…
-Pa andar mareando la perdiz, ¡prefiero les jornaes de la caza!
-¿Por…?
-Siempre ye lo mismo: ¡yo quiérote como amigu!
-¿Eso te dicen? Ye que no tienes paciencia.
-¡Eché más hores que cuando trabayaba en Nicolasa! ¿Y pa qué?
-Bueno, si te quieren como amigu…
-¡Pa na! ¿oíste? ¡Pa na!
-Son rarones, ye verdá. Les muyeres…
-Toi en una edad que prefiero chupar una andarica que andar…
-Ya, ya.
-Entiéndesme, ¿no?
-¡Sí, ho! O sea que entonces esti puente…
-En mi salsa, Pelayín. ¡Chupándome los dedos!