Castigados sin puente.
-¡Lo quiero ya, lo quiero ya! ¿Pero usted de qué va?
-¿Cómo?
-Hai que jodese, tanta impulsividá.
-Pero, oiga…
-¡Que ye lunes, tío, que ye mui tempranín!
-¿Cómo se atreve a llamarme tío?
-Meca, perdón, eh. Fue sin querer. Pero ye que…
-¿Qué, Ramírez, qué?
-Tien que haceselo mirar.
-¿Cómo dice?
-Lo de la impulsividá, jefe, ¡lo suyo nun ye ni medio normal!
-Ramírez…
-Esos impulsos, así, con esa intensidá… Son de una persona trastorná.
-¿Perdón?
-Mire, la impulsividá patológica no ye buena cosa.
-¿Pero cómo se atreve? ¡Déjese de paridas y dese prisa!
-¿Y Antonio López, qué?
-¿Eh?
-A él nadie y-mete prisa, ¿no?
-¿Perdón?
-Menos mal que ye pintor y no tien una sidrería.
-¿Por?
-Joder, ¡como pa encargai una tortilla!
-¿Pero qué chorradas me está contando? ¡¡¡Usted está aquí para currar!!!
-Sí, sí. Yo tar toi aquí, pero la mi cabeza ta en Praga.
-¿Dónde?
-Paseando por la ciudad de Kafka.
-¿Cómo dice?
-Hai una parte de mi que ta de puente. ¿Lo entiende o no lo entiende?
-¿Me está usted vacilando?
-No, jefe. Yo…
-¡Quiero ese informe y lo quiero ya! ¡Lo quiero yaaaaaa!
-Hoy ye La Inmaculada, jefe.
-¿Y a mi qué?
-Bueno, oiga…
-¡¡¡Debería usted sentirse un privilegiado!!!
-¿Yo?
-Sí. ¡Por estar trabajando!
-Claro, claro. Y si encima cobrara, ¡ya sería la hostia!
-Pagamos cuando podemos.
-Sí, sí, pero pa mandar…
-¿Cómo dice?
-Con los atrasos que me debe, podía al menos dejar de gritar.
-¡¡¿Quién está gritando?!!
-Duelme la cabeza, esto ye kafkiano.
-¡¡¡Póngase las pilas, Ramírez!!!
-Minutu a minutu, a mi ritmo, un poco de abelardismo…
-¡Déjese de farfullar!
-¿Y lo de los atrasos…?
-La cosa está jodida, ¿qué quiere que le diga?
-¿Y qué tengo que esperar yo, a que venga un fondo de inversión?
-Ramírez, usted dedíquese a currar.
-Ya, pero…
-¡Quiero ese informe y lo quiero ya! ¡Lo quiero yaaaaaa!