El estío estrecha las relaciones.
-El pan, ¿ónde lu pusiste?
-Ta de tu mano.
-No lu topo, ¿oíste? A ver…
-¡Para ho! Vas meteme la chancla por un ojo.
-¿Y el tenedor?
-Ya te lu di. ¿Quiés dejar en paz esi aceite solar?
-Ye que…
-¿Viste? ¡Ya tiraste el vasu, inútil!
-Esti cuchillín no corta un pijo. Meca…
-¿Qué faes?
-No nos revolvemos, Isa.
-¡Ay Dios! Tengo el triquini de gasa llenu de filete empanau.
-Y el vino ta calentón. ¿Lloverá ho?
-Tas poniéndome…
-Dio riesgo de chubascos pa la costa y pal interior.
-¿Quiés callar ho?
-Debo tar quemando, pícame la espalda más que su madre.
-Ay…
-Qué mal güelen les sandalies. ¿Pisaríes mierda, né?
-¡¡¡Aggg!!!
-¿Qué… qué pasó?
-¡¡¡Tiro la toalla!!!
-¿Ahora ho? Déjame apartar el tuperware.
-En la relación, coño. ¡Se acabó!
-¿Qué ho?
-Que me agobias, tío. ¡No pueo más!
-¿Eh?
-Toy harta, Isidoro. ¡Hartaaa!
-¿Cómo te dan estos puntazos, Isabel?
-Mira, no yes mal tío, ¿oíste?
-Selo yo. A buena parte…
-Pero tú yes más pal invierno. ¿Sabes cómo te digo?
-¿Qué ho?
-Ahora necesito otres coses, no sé cómo decite…
-¿Cómo ye? Pero si haz quince días rogásteme que…
-Ya. Teníate idealizau, chico.
-¿A mí, Isa?
-Sí, Isi. El enamoramientu distorsiona la realidá.
-Pero…
-Veíate tan macizu, tan sexy… ¡Pensé que tenías un bóxer!
-¿Nun sabes que odio los perros?
-¡Un calzoncillu guapu, imbécil!
-Ah.
-Cuando te vi los gayumbos flipé. Y ahora aquí pegau, tan cerquina…
-¿Qué?
-Bríllate la calva, el vello, las pecas… Todo menos la conversación.
-¿Un poco más de ensaladilla?
-Para, Isidoro, ¿no ves que no nos revolvemos?
-¿Y qué quies que faga, Isa?
-Llámame a mediaos de octubre, si eso.
-Meca, ¿tan tarde?
-O a finales de… Cuando mengüen los días.
-Pero… Esto ye muy raro, Isa.
-Anda, Isi, levanta la chancla y lárgate de mi toalla.
-¿Tarás ovulando?
-¡Fuera, imbécil! Empieza el verano y no te soporto.